La Málaga musulmana 1487

La Málaga musulmana Tras la expedición de Abd al-Aziz, el territorio de la actual provincia de Málaga quedó definitivamente en poder musulmán: en un principio, los ejércitos de Musa y Tarik, compuestos de bereberes, de esclavos, de judíos y de visigodos traidores, fueran cuales fueren las razones, quemaron pueblos y asesinaron a sus moradores.

No obstante, no fue ésa la práctica habitual. Del mismo modo que la incorporación de la ciudad al dominio árabe fue inmediata, su islamización fue un largo proceso de adaptación en profundidad del territorio y la ciudad, así como de los pobladores de las diversas etnias que desde entonces la cohabitaron (hispano-visigodos, judíos, así como los recién llegados árabes y bereberes). No obstante, independientemente de la rapidez con que fuese islamizada, lo que sí es seguro es que la conquista trajo consigo importantes cambios en el poblamiento de la ciudad. Los primeros asentamientos de conquistadores árabes yemeníes (yundíes) y bereberes se llevaron a cabo sin grandes problemas por parte de los hispano-visigodos que ya habitaban la ciudad. Sin embargo, gran parte de la población se vio forzada a huir y refugiarse en los actuales Montes de Málaga, donde vivían en refugios-fortalezas (husun). Está muy generalizada la errónea idea según la cual la guerra santa o yihad significaba que los musulmanes dieron a elegir a los hispano-visigodos de la ciudad «entre la espada y el Islam». En algunos casos sucedió así, pero esto sólo ocurrió cuando sus adversarios eran politeístas o idólatras. Para los judíos, los cristianos y otros «pueblos del libro», es decir, para los monoteístas con tradiciones escritas —expresión que se interpretaba muy liberalmente—, existía una tercera posibilidad: el estatuto de dimmíes. Gracias a éste, la población que permaneció en la ciudad podía, mediante el pago de la capitación, mantener su religión y su derecho (forum iudicum). Además, los musulmanes concedieron a esta ‘población protegida’ el derecho a gobernarse por una autoridad elegida de entre ellos mismos, autoridad que, con el título de conde, estaba encargada de asegurar el orden interno y de recaudar los tributos que los árabes les habían impuesto. En el Oriente Medio, este hombre responsable era, por lo general, el anterior jefe religioso de un grupo de creyentes como, por ejemplo, un patriarca o un obispo. La Alcazaba de Málaga se encuentra en la parte más alta se encuentra el Castillo de Gibralfaro. Su enclave singular, frente al puerto, hace creer que fue una fortificación de la época musulmana. Fue construida por Badis-Maksan y completada por el emir Abderrahman I, entre los años 756 y 788. En 1065, pasó a manos del Reino de Granada, cuyos reyes también la engrandecieron. El edificio fue reformado entre los siglos XIII y XVI, produciéndose una fusión con el de castillo de Gibralfaro. Debido a esta singular forma de conquista, la ciudad no sufrió una interrupción en su vida urbana, y esta continuidad se hace patente incluso en su onomástica. Sin embargo, los musulmanes conquistan una ciudad que, desde hacía siglos, se hallaba en pleno proceso de despoblación y, consecuentemente, en decadencia de las actividades urbanas y portuarias. El puerto permanecería inoperante y sus instalaciones serían reemplazadas por un cementerio islámico. La superficie habitada era similar a la de la ciudad romana, y la despoblación se incrementó aún más con la huida de muchos hispano-visigodos hacia los ahora llamados Montes de Málaga. Desde los primeros momentos, sólo un contingente árabe se asentó en la Málaga árabe (Malaka), para lo que se edificó la primitiva Alcazaba, con objeto de asegurar el mantenimiento del fisco. La función militar-fiscal de la Alcazaba motivó, a mediados de siglo VIII, la construcción de una mezquita en su parte baja. Tiempo después, Malaka sería una de las ciudades mejor consideradas de toda al-Andalus. Y así lo dejarían ver en sus obras el cronista andalusí Ahmad ibn Muhammad al-Razi (887 – 955) o el viajero y explorador Abu Abd Allah Muhammad ibn Battuta (1304 - 1368). En suma, más de setecientos años de dominio musulmán en la provincia de Málaga del que apenas hoy quedan algunos vestigios. La recuperación de nuestro pasado y la comprensión de los hechos que acontecieron antaño son una responsabilidad que ha de asumir el conjunto de la sociedad. Sólo el conocimiento del pasado puede evitar que se vuelvan a caer en los errores cometidos. Conocer el pasado árabe de Málaga es conocer un poco más a la Málaga de hoy: es conocer sus calles, su arquitectura y, en cierta medida, conocer un poco más a su gente.