Manuel Agustín Heredia

Manuel Agustin Heredia, en la estatua de la avd. de mismo nombre en Málaga.

 

Manuel Agustín Heredia, 1786-1846, cuya estatua corona la avenida que lleva su nombre (más conocida como Muelle de Heredia), vino a Málaga a trabajar y acabó montando un imperio. Ferretero por excelencia.

Nació en Rabanera de Cameros (La Rioja) el día 4 de mayo de 1786. Fue el mayor de cinco hermanos. Hombre de negocios e industrias, senador del reino e influyente personaje; de Manuel Agustín Heredia Martínez se cuenta que prestó apellido a los gitanos de sus ferrerías y talleres. Su llegada a Málaga hay que situarla en los primeros años del s. XIX, cuando ya huérfano, contando 15 años de edad, le vemos en Vélez-Málaga, donde encontró empleo en un negocio de ultramarinos, que no iba demasiado bien y que, mediante un trabajo concienzudo y entusiasta, logró enderezar.

Sus primeras empresas las funda en 1808, al llevar a cabo la creación de sociedades en Vélez-Málaga y en Gibraltar. Los primeros altos hornos se sitúan en Málaga, que contaba con yacimientos ferrosos en Ojen y Marbella. La empresa La Constancia (1826) se creo al objeto de explotar estos yacimientos, pero dificultades técnicas retrasaron el funcionamiento de sus 2 factorías: La Concepción y La Constancia, un nuevo emplazamiento siderúrgico situado en la playa de San Andrés, destinado a instalaciones de afinado. Se adaptaron procedimientos de fundición ingleses, los más modernos y los más caros.

Fue una iniciativa de Manuel Agustín de Heredia, exportador de aceite y vino, enriquecido con la exportación de grafito, miembro de la Cámara de Comercio y promotor del Banco de Málaga. Son negocios relacionados con frutos secos y vinos, que le hacen viajar de manera permanente. Se casa el 12 de abril de 1813 con Isabel Livermore, que marcó su definitivo enraizamiento con la clase burguesa malagueña. Crea en 1826 las sociedades El Ángel y La Concepción, a orillas de Río Verde y adquiere los derechos sobre las extracciones, comprado al irlandés O´Shea el martinete que construyó casi a pie de mina. Inicia las actividades de la ferrería y ante la necesidad de traer carbón que viniese de Asturias ó Inglaterra, Heredia pensó en desdoblar la producción, ya que su porte hasta Marbella desde el puerto de Málaga suponía un gasto extraordinario. Por eso fundó otra ferrería en Málaga, La Constancia, que estaba en las playas de San Andrés. Así en La Concepción se obtenía hierro colado (básico) y en La Constancia se afinaba. En ella encontraron trabajo cientos de malagueños, entre los cuales se hallaban numerosos que pertenecían a la etnia calé leyenda o historia, el caso fue que Heredia tuvo que mandar a Inglaterra a no pocos de aquellos gitanos con el fin de que se adiestraran en la laminación del hierro, ya pensando en La Constancia, que fundaría después en la propia Málaga. Pero como ninguno de ellos tenía "papeles", Manuel Agustín los preparó dando a cada uno de ellos su propio apellido, de manera que, todavía hoy, muchos descendientes de los citados "Heredia" afirman ser parientes de don Manuel Agustín. El éxito alcanzado en los hierros le impulsa a adentrarse en otras ramas metalurgicas. En 1837 adquiere "Coliman, Lambert and Company" de Londres, la antigua fundición de plomo de "Rein y CIA" en Adraque se mantiene a la cabeza de todas las españolas. Y el mismo año de su muerte sienta las bases de la futura industria textil algodoneraque bajo el nombre de "Industria Malagueña" formará uno de los vértices de apoyo financiero de la casa Larios junto con las explotaciones vinícolas y la caña de azúcar.

Málaga a finales del siglo XVIII era una ciudad a la que concurrieron extranjeros a establecer diversos negocios, holandeses, ingleses y otro movimiento peninsular en el que sobresale la familia Heredia y la familia Larios

 

Trabajadores de siderurgia La Constancia año 1880, once años antes de su cierre definitivo.

 

La Concepción y El Ángel, establecieron dos ferrerías en un paraje situado en la margen derecha del rio Verde, cerca de su desembocadura, en principio para satisfacer a la zona de la desembocadura del Guadalmedina y las playas de San Andrés eran los sectores de mayor densidad industrial (1900) demanda de hierro de la industria tonelera para el envasado de los productos agrícolas destinados a la exportación. Los primeros años de vida de estas fundiciones se caracterizaron por las dificultades para obtener hierro de calidad a precio rentable. Muchos socios, desanimados, abandonaron las empresas. Uno de ellos fue más perseverante. Manuel Agustín Heredia se dedicó al comercio, y en 1823 era el comerciante más poderoso de la ciudad, pero poco después se inició en la industria. Para resolver los problemas planteados, Heredia acudió a un experto militar en fundiciones, que sustituyó los bajos hornos iniciales (que producían directamente el hierro forjado), por hornos altos (productores de hierro colado) y hornos "pudler" (para el afinado posterior de la primera fundición). De esta forma se obtuvieron resultados satisfactorios.

 

Vista de las industrias de la zona de playa de San Andres en el siglo XIX, entre ellas La Constancia.

 

Se puede asegurar que las fábricas de Heredia en 1841 daban empleo a 2.500 personas y que La Constancia llegó a tener cinco altos hornos, veintidós pudler, dieciocho calderas y veintidós máquinas de vapor. En 1846, las familias Heredia y Larios fundaron Industria Malagueña S.A., empresa destinada a la fabricación de hilados y tejidos de algodón, lino y cáñamo. La fábrica estaba situada en el camino de Churriana, cerca de La Constancia, y sus instalaciones comprendían talleres, oficinas, almacenes, locales de reparación y viviendas para los empleados en sus proximidades. Disponía de husos de selfactina y telares mecánicos, y utilizaba el vapor y la iluminación con gas. A comienzo de los años sesenta trabajaban en ella 1.500 personas, la mayoría mujeres. Era el segundo establecimiento de su clase en España.

El éxito de la primera fábrica algodonera hizo que diez años después se iniciara la construcción de una segunda, La Aurora, propiedad de Carlos Larios. Estaba situada entre amplios jardines poblados de plantas exóticas, para cuya conservación existía un gran invernadero y una estufa. La crisis agraria y la competencia catalana afectaron gravemente al sector textil malagueño hasta tal punto que la fábrica La Aurora desaparecería en 1905. La principal zona industrial de la ciudad se situaba en el margen oeste del rio Guadalmedina, en las playas de San Andrés. En este lugar se instalaron, junto a las ya citadas, otras muchas como la Fábrica de Gas, la Industria Lapeira Metalgraf (de estampaciones en hoja de lata en Calle Ayala), la industria de vehículos Taillefer, de harinas Castel, la Fábrica de Tabacos, de curtidos, sombrerería, pinturas, vinos, licores, alimenticias en general, y la estación de ferrocarril. También, en estos terrenos se construyeron viviendas para los trabajadores de las fábricas. Estos barrios obreros, como El Bulto, La Pelusa, el nuevo Perchel, Huelin o San Andrés. La siderurgia malagueña mantuvo su impulso hasta 1865, pero los problemas que acabarían con ella venían de atrás. Su gran obstáculo fue la energía. La imposibilidad de surtirse de combustible barato impidió sostener la competencia con los altos hornos del cantábrico. El carbón, llegaba demasiado caro al puerto de Málaga, ya fuera asturiano o inglés. La gran esperanza para los ferreteros malagueños fue el carbón cordobés del valle del Guadiaro. Como última opción, esperaron a la terminación de la línea ferroviaria que uniría la fábricas malagueñas con las minas de Bélmez. Desgraciadamente, la tardanza llevó al cierre a las empresas malagueñas. Además, el transporte del carbón resultó más caro de los previsto, con lo cual los precios de fabricación seguían siendo muy altos.

 

Industrial de La Constancia

 

En 1884 cerró la fundición de rio Verde. En 1891 lo hizo La Constancia de Málaga. El último encendido de los altos hornos malagueños se produjo en los años de la guerra mundial. La gran demanda generada por las necesidades del conflicto bélico hizo posible que unas plantas desfasadas funcionaran una vez más, pero terminada la contienda los altos hornos se apagaron de nuevo, esta vez para siempre. Con la crisis, hubo un importante interés de los empresarios malagueños por la inversión azucarera en el cultivo de caña de azúcar, interés debido no tanto al declive siderúrgico y textil, sino a la aparición de una circunstancias objetivas favorables a esta industria. Pero, de nuevo, la dura competencia de la remolacha, de la vega granadina y la fuerte caída del precio del azúcar dieron al traste con este sector industrial. Mientras tiene lugar la crisis siderúrgica en los años centrales del siglo XIX, la mayoría de los sectores industriales mostraban buena salud, sobre todo el sector agrario, gracias a la creciente demanda de vino y pasas desde el siglo XVIII y a su fácil comercialización en el exterior. Una vez más, la filoxera, detectada por primera vez en Moclinejo en 1878, dió un fuerte varapalo económico hasta tal punto de desarticular toda la estructura económica de la zona.

Ésta es la historia de la incipiente revolución industrial española, que se hizo en el sur, donde Manuel Agustín Heredia, que empezó como dependiente en una casa de comercio en Vélez-Málaga, acabó siendo uno de los grandes empresarios de siglo XIX. Practicó el comercio por todo el mundo con sus 12 buques en los que llevaba «productos agrícolas y minerales de la región (vinos, pasas, aceite, etc), LA VENDEJA, e importando manufacturas y artículos coloniales», en lo que se refiere a la flota marítima de su propiedad, entre cuyas representaciones figura la fragata "Isabel", los bergantines "Heredia", "Isabel II", "Amalia", "Paquete malagueño", "Henrique", "Manuel", "Monte Carmelo", "Telémaco", "Ricardo", "Thomas", así como el queche "Matilde", el velachero "San Francisco de Paula", la goleta "Pepita" y la chata "Santa Bárbara". De los Heredia y los Loring, Málaga conserva el jardín La Concepción. Pero hubo una finca original con este nombre en Marbella. Allí donde Manuel Agustín Heredia revolucionó la industria siderúrgica creando unos altos hornos que abastecían de hierro a toda España. Murió a los sesenta años de pulmonía en 1846.

 

Colocación de la estatua en su honor en la avenida que lleva su nombre, año 1960